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Logan Lucky

Después de ver Roma, The Irishman, Marriage Story por Netflix, el saludo que tuvo Spike Lee con el mismísimo Martin Scorsese en la velada de los Oscar, para después enterarnos que Netflix planea sacar el siguiente «joint» de Lee, sólo me hace pensar que La Cadena está armando realmente, no lo llamemos mafia aún, una hermandad de hermanos y hermanas que los puedan apoyar en producir contenido y ser reconocidos; ni siquiera creo que les interese la estatuilla como tal, sí un reconocimiento pero sobre todo, ser denominados la cadena productora de audiovisuales más especial e importante, o sea, “La Nueva HBO“.

Ahora bien, hace no muy poco, por Netflix uno podía ver las dos partes de Che, The Informant!, Contagion, Side Effects, si la memoria no me falla Behind the Candelabra, y una de las dos Magic Mike. Si ahora podemos ver Logan Lucky y ya desarrollaron The Laundromat, eso quiere decir que otro de los hermanos es ya Steven Soderbergh y nada le apasiona más a Soderbergh que producir contenido y para luego romper el estatu quo. En resumen, vamos a tener un par de piezas más del director en Netflix y después ser testigos de una fogata viendo quemar los puentes detrás de él.

Aún no he visto The Laundromat pero al menos esta Logan Lucky es un producto más de la esencia de Soderbergh. Tal vez mi único pero es que tiende a ser en algunos pedazos fórmulas de cosas que ya ha logrado; por un lado, es un Ocean’s Eleven en el Bible Belt y por otro es como Out of Sight donde Hilary Swank reencarna el papel de Karen Sisco. Es una peli de robo, un spaghetti western como Birds of Prey, mejor actuada pero igual de divertida, entretenida y sobre todo muy bien filmadita.

Si hay alguien con buen ojo en Hollywood, es este man y se me antoja que podría estar dentro de mi top tres de cinematógrafos favoritos detrás de Roger Deakins, Hoyte Van Hoytema para estar peleando el tercer puesto muy de cerca con otro maestro como Matthew Libatique.

Un gran reparto y definitivamente la confirmación de que por fin Soderbergh tiene un actor fetiche y es Channing Tatum, con casi 5 pelis ¿?

Logan Lucky no es más y así es excelente. Recomendada para una velada de ocio, tranquilos en casa… Ahí, en la comodidad del hogar, es donde le está ganando la partida a Hollywood, y no les va mal en la tarea.

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Birds of Prey: And the Fantabulous Emancipation of One Harley Quinn

Yo se… Muchos deben estar pensando ¿Y dónde está la entrada de Los Oscar? Les digo, sinceramente, me estoy tomando un tiempo antes de escribir cualquier cosa que me llegue/llegó a la cabeza esa noche. No es que vaya a cambiar el mundo con una publicación más refinada pero sí quiero una más decantada. En cambio, les traigo la última peli de DC Comics en el DCEU: Birds of Prey: And the Fantabulous Emancipation of One Harley Quinn de Cathy Yan, una interesante realizadora sinaestadinense que ha sido recuperada del circuito independiente, muy autosuficiente produciendo sus pocos trabajos que de un momento al otro hizo retumbar Hollywood con su versión y megaproducción de Harley Quinn.

Después de la pataleta de Jared Leto, cada vez más pienso que su desempeño y (merecida) estatuilla en Dallas Buyers Club es más producto de las casualidades o un accidente en Hollywood en el momento exacto en el que estuvo este descoordinado, petulante y engreído personaje. Para los que no lo saben, después del desastre que fue Suicide Squad, tanto la crítica como las taquillas, enterraron su futuro como el Joker; un papel que estaría anhelando mucho después de lo que significaría ser la continuación del trabajo de Heath Ledger como el “Príncipe del Crimen“; Warner se atemorizó retiró los planes para sacar una saga/producción autónoma con ese «Joker». El peo fue que no le tembló la mano cuando se acercó Martin Scorsese a producir justamente esa peli, con un perfil de audiencia adulta y por fuera del DCEU (DC Comics Extended Universe) y Leto hizo hasta lo imposible para sabotearla. En serio una niñada de un ser realmente muy inmaduro.

Pero si algo nos enseña esta Birds of Prey es que debemos pasar la hoja con Jared Leto. Esta no es una peli de machos dominantes sino de chicas autosuficientes. Erráticas, calificadas, competentes, diestras, sensibles pero inteligentes. Ninguna es la Mujer Maravilla y eso está bien. Pero son independientes. Y eso la hace una peli poderosa.

Me encantó como a través del relato del narrador, se arma un «cartoon» y se explica el pasado de Harleen Quinzel. Me encantó que la hayan vuelto una «roller derby» y su superficialidad transformada en una inocencia patológica. Para los afortunados que no vieron el Suicide Squad es más que suficiente y se pueden sentar a disfrutar de esta pieza, que sin demeritar o descalificarla, es una peli bonita. No es una producción que quiera retar el mundo de las pelis de comix, al contrario, es explotación pura bajo la lupa de una mujer. Bravo. Y la disfruté muy bien en una sala de cine.

Ahora bien, dejando de lado las emociones -es mi primera peli como hombre casado al lado de mi esposa-, hay que hacer muchas indulgencias para poder sobrevivirla. Tal cual como le pasaba a Marvel en sus fases uno y dos, la continuidad y coexistencia del resto de personajes queda reducido a una bomba de humo –Marvel se tomó un tiempo en entender y empezó a desarrollar piezas autónomas pero compartidas con personajes de respaldo para que no parecieran un verdadero hoyo en el universo-; digamos que la problemática interna de no saber quién va a interpretar a Batman o Superman hace muy complicado el tema de las apariciones especiales de otros superhéroes pero definitivamente limitarse a nombrar a uno en dos líneas es demasiado insuficiente, o sea, ¿Dónde está Aquaman? ¿Dónde está Wonder Woman? Por lo menos sabemos que Jason Momoa y Gal Gadot siguen dentro de la franquicia. Si tratamos de seguirnos permitiendo ver la peli sin caer en este tipo de nudos narrativos, Birds of Prey exagera con las retrospectivas, con los chistes basados en la repetición y con una serie de figuras que hacen la totalidad de la pieza cojear, no en ritmo, no en cadencia, literalmente desmoronarse.

Es loable la fuerza que tuvo Margot Robbie para echarse en sus hombros todo el peso de la historia y el resto de las aves hace una trama bien divertida. Vibrante, pícara y con una gran mayoría de tomas diurnas incluso uno puede hacer una última condescendencia y pensar que Batman en Gótica realmente no trabaja de día, ¿No?

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Dolor y gloria

Una hora ha pasado hasta que la peli se puso interesante. Una hora y siete minutos, para ser exactos. Alguna otra vez me hubiera dormido, me hubiera ido o estaría en este momento despotricando de la hora y siete minutos que se fueron. Sí, Almodóvar me traicionó con Los amantes pasajeros pero me sirve una copa de reconciliación con Dolor y Gloria.

¿Es buena?
No sé. Está bien. No es una descarada mascarada, de alucinante musical, ni una chorrada, ni pura chabacanería. Si usted es un fumador empedernido, es un cigarro delgado acaramelado y picante, suave, cautivador y asfixiante. Si usted es un borracho como yo, es un trago largo, bien largo de whiskey, frío, muy frío, sin hielo, intoxicante, abrumador, amaderado, delicioso. Si usted es un goloso, pues no sé, es un pastel y ya.

No me encanta pero no la odio. La fotografía es juguetona y si le gusta mucho a mi ojo. Me encanta cuando Almodóvar hace una metaobra dentro la obra, y narra en otra línea de tiempo una fábula, un cuento. No soy un experto en él, entonces no se cuántas veces lo habrá hecho, pero se que me encantó El amante menguante dentro de Hable con ella. Esta vez es Adicción y toma más protagonismo que la misma Dolor y Gloria. Me ha gustado.

La ví con la única excusa de Antonio Banderas nominado como mejor actor. No lo hago ya por Almodóvar, ni por Allen, ni por Burton, ni por Eastwood, ni recientemente por Anderson… Siento que todos de alguna forma me traicionaron. Pero Banderas lo ha hecho muy bien, nada exagerado -menos su atragantada tos-, al contrario muy delicado todo, se ha ganado con creces una nominación y es un excelente trabajo. Sigue a perfección sus propios consejos, no es mejor actor el que se deja llevar por el llanto sino aquel que lucha por frenarlo.

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The Lighthouse

Hay algo particularmente romántico de las historias de faros que de manera simple nos hipnotizan. Puede ser esa posición en donde el personaje principal está huyendo de alguien o aquella en la que termina aislado de algo; en algunos casos es comparable a un «western» y en otros a una «road-movie» pero son muy interesantes -rápidamente se me vienen a la cabeza la colombiana El Faro de Luis Fernando Bottía, The Light Between Oceans de Derek Cianfrance y la referencia misma del faro en The Lovely Bones de Peter Jackson-.

En este caso, otra peli costumbrista que involucra a Willem Dafoe como el farero, acompañado de un extenuado y casi camaleónico Robert Pattinson como operarios de un atalaya casi abandonada. Robert Eggers escribe y dirige esta obra armándose camino en Hollywood como una promesa de culto. The Lighthouse tiene una fotografía impecable en blanco y negro de alto contraste, directamente filmada en 35mm casi termina siendo una pieza alusiva estéticamente a la época del Acorazado Potenkim de 1925, sin embargo, obviamente las líneas de diálogo casi «shakespearianas» la diferencian en su totalidad. Sus tomas y cuadros están rigurosamente calculados, se vuelven intrigantes secuencias de una retorcida razón a la vez que son cómplices con sus escorzos de la monstruosidad de la isla. Un acierto de La Academia en su nominación como mejor fotografía (Jarin Blaschke).

Dafoe se ha vuelto un actor con un gusto exquisito y delicado a la hora de escoger últimamente sus papeles. At Eternity’s Gate como Van Gogh, la bellísima The Florida Project como el casero Booby, sus diversos trabajos con Wes Anderson y hasta un oscuro papel con Lars Von Trier en Nymphomaniac: Vol. II. Thomas WakeThomas despierto juego de palabras insinuando tal vez que él es el consciente- es un solitario farero, borracho, severo y demente por la sugestiva, recurrente y cíclica luz del destartalado faro en Saint Elmo. Por su lado, Pattinson ha tratado de quitarse la etiqueta de Twilight en un esfuerzo sobrehumano. Su primer trabajo reconocido después de Edward Cullen fue Bel Ami todavía muy arraigado al macho conquistador y altivo, luego vino Cosmopolis de la mano de El Duque pero personalmente no me agradó en absoluto aunque la crítica habló muy bien de él y sólo fue hasta The Rover donde realmente vimos un desempeño sobresaliente. Su trayectoria ha tratado de manejar un perfil bajo para no cometer el mismo error de encasillarse aunque las cosas vuelven a ponerse truculentas para el británico al aceptar un papel de notoriedad como el Bruce Wayne de Matt Reeves. En The Lighthouse interpreta un hombre desarraigado, de pasado borroso, apesadumbrado y con la culpa de posiblemente haber sucumbido al alcohol; todas prevenciones sin piso porque en realidad el personaje se desarrolla y se deja conocer con el paso de la trama.

En este faro, ambos actores derrochan y se sumergen en sus habilidades histriónicas codo a codo; yo diría que Dafoe es el actor principal pero la narrativa nos contradice poniéndolo a Pattinson en su lugar. Al inicio del tercer acto, sumergidos en lo más profundo de su propia cotidianidad, no sabemos realmente quién es Thomas, quién persigue a su psique o quién persigue su destino ¿Es acaso Thomas una versión adulta de Ephraim?. Esta pequeña introducción para demostrar que si Willem Dafoe fuera el principal estaría a la altura de Joaquin Phoenix o Adam Driver en la categoría de mejor actor y que Pattinson se hubiera ganado un puesto indudablemente por encima de las presentaciones de Al Pacino y Anthony Hopkins de este año incluso con posibilidad de estatuilla peleándosela contra Brad Pitt como mejor actor de reparto; si fuera al contrario Pattinson habría descalificado o a Antonio Banderas o a Jonathan Pryce y agradecería esta nominación a la altura de DiCaprio, no tendría cabida entre Driver y Phoenix, mientras que Dafoe sería rotundo ganador de la categoría de mejor actor de reparto por encima de todos.

…y sin embargo ninguno fue nominado.

Nota personal. Si hablamos de belleza en la cinematografía de esta peli, me fue muy difícil escoger entre los afiches que encontré para promocionarla. Se refrenda el buen gusto de la fotografía en unas piezas hermosas que parecen pliegos ampliados de una cámara de ojo exquisito.

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Doctor Sleep

No se si entré predispuesto a ver esta peli pero hacer una secuela de un clásico tan importante como de The Shining después de tantos años, me parecía un exabrupto. Podemos entender que Steven Spielberg haya dicho que, el recién fallecido, Kubrick le había comentado de un proyecto que la tecnología no le permitía desarrollar en su momento; era una trama de ciencia ficción y siempre discutimos que aunque bien hecha, le faltaba el picante del maestro para editar y terminar la historia; al final siempre pareció una pieza de Spielberg. Una trampa de taquilla bien ejecutada.

Doctor Sleep es una buena idea mal ejecutada. Reconozco que hay cosas interesantes al rememorar los corredores del Overlook Hotel pero todo el tema de los personajes con otros actores quita algo de mística; hubiera sido bonito toda la recreación con perfiles escondidos o sugeridos, con personajes insinuados y no una sensación barata de que no había el presupuesto para trabajar con los actores originales. De la misma idea, pasar de una delicada pieza de suspenso a una de terror y horror somete las herramientas, a clichés y hacia otra dirección; por no decir más, da mucha pena ajena con Ewan McGregor en los pedazos que su única salida fue la sobreactuación para solventar un duelo futil entre el bien y el mal, aterriza The Shining de una forma simplista y maniqueista que no tenía originalmente. Y finalmente, masticar toda la obra de Stephen King para explicar los detalles de la peli original creo que fue un disparo en el pie.

Rarísimo que le haya ido tan bien en crítica pero parece que no soy el único que piensa diferente; el descalabro en la taquilla es un recordatorio que no todos los reenlatados son buenos, que hay cosas que es mejor dejarlas en la estantería para recordarlas con el placer de la maestría con la que fueron ejecutadas. Sobre todo si son hechas por ese gran genio que fue Stanley Kubrick.

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Judy

Es increíble e innegable, después de que hay una gran sorpresa temática en Hollywood, cómo la industria se apropia del logro y se vuelca a producir cuanta historia se relacione con dicho tema. No hay duda, que, precisamente, es lo que la hace industria y rentable; además le reconocemos que en ese ejercicio, las producciones independientes dejan florecer sus directores, sus guionistas, sus actores y de vez en cuando se siente la renovación del medio. Esas producciones que depredan la moda «hollywoodense» se las conoce como carnada para el Oscar y a veces La Academia vuelve a picar o y otras veces no, siguiendo derecho su camino directo hacia el olvido.

No estoy diciendo que Sam Mendes tiene que reinventarse cada vez que logra un reconocimiento o que Tom Hanks no pueda explotar esa fórmula melodramática que tanto éxito le ha dado -de todas formas, parafraseando a Gary Lineker, el cine requiere de un director, unos actores, un guión, una cámara y siempre los Oscar se los lleva Meryl Streep o Daniel Day-Lewis-. Es crudísimo decirlo pero Judy no es nada más que el resultado de la explotación temática del melodrama de Bohemian Rhapsody. La actuación de Renée Zellweger es cautivante, la historia de Judy Garland es durísima y la crítica a Louis B. Meyer/Metro Goldwin Meyer es interesante pero apenas si se disuelve como el humo de uno de sus cigarros.

El drama de la historia, repito, no estaba en la decadencia, sino en la fábula de Caperucita con zapatos de rubíes engatusada por el feroz Louis B. Meyer, en el bosque de la MGM. Y aunque me sorprende -estuve «googliando» y no me cabe en la cabeza que esa señora tan acabada tuviera casi mi edad, 47 años-, me molesta que Hollywood se haya arrodillado a esta cinta y a su actriz principal, más como un sentimiento de culpa por haber abandonado, de manera prematura, a uno de sus pilares en el esplendor de su vida que de pronto por la calidad misma de la pieza. Me enfurece que por lo mismo, hoy esté opacada Scarlet Johansson con un excelente trabajo y que seguramente se le robe su merecida estatuilla.

Sin lugar a dudas, yo mandaba esta peli al ostracismo de su propia decadencia.

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1917

Sam Mendes es un gran director. Thomas Newman hace bellísimas partituras y… Roger Deakins es tal vez el mejor director de fotografía que sobrevive a nuestros días de retoques y falsas pantallas creadas por computador. Los tres trabajan en 1917. Los tres hacen un formidable trabajo en esta pieza incluso, sin temor a equivocarme, su mejor trabajo promediando sus últimos trabajos pero, así y todo, eso no aseguró que esta terminara siendo también una excelente pieza cinematográfica. No es mala pero sus 10 nominaciones al Oscar no son más que ruido acallado por las bombas y las tomas majestuosas de Deakins.

Hay muchos a los cuales agradecer. Ridley Scott es el primero que se me viene a la cabeza; su forma de encontrar esos rostros en la multitud a través de bombas sorpresesivas en Black Hawk Down llenaron de material estos 171.360 fotogramas. Hans Zimmer tuvo inevitablemente que ser un gran referente; desde el oscuro lado del Caballero de la Noche hasta las secuencias más endemoniadas de Dunkirk. Skyfall, o mejor, James Bond en el episodio de Skyfall; Sam Mendes hasta Skyfall y Spectre realmente no era un director de acción ni siquiera thriller de acción, lo más cercano fue Road to Perdition -mi gran debilidad por el realizador- y algo de Jarhead encontraremos aquí, sin duda, en las relaciones del cabo con sus subordinados pero toda la emoción, el entusiasmo y la agitación que vemos en pantalla hoy, simplemente es producto de los Brocolli.

En una entrevista de Cillian Murphy, perdón, después de Peaky Fuckin’ Blinders me voy a referir a él como el gran Cillian Murphy, -un día de estos le van entregar un título nobiliario y seré su más ferviente entusiasta-; en una entrevista del Gran Cillian Murphy, después de haber participado en la más injusta subvaloración de la historia reciente del cine como lo es Dunkirk, dijo que agradecía que apareciera una historia de británicos, siendo héroes en su parte de la historia de la Primera y Segunda Guerra Mundial; todo realmente se ha centrado en un gran estadista como Winston Churchill y el heroísmo sin fin de los estadounidenses; para ese entonces no había una historia de ellos y ya podemos hablar de dos. Buen negocio.

Si nos vamos hasta Dunkirk, yo creería que hay un señor, discípulo de Nolan, que también es súper meritorio de recibir un agradecimiento como lo es el señor Lee Smith. Ha acompañado a Nolan en todo su gran camino estelar y sin Lee “Schoonmaker” Smith, que sí hace presencia esta pieza, no se hubiera logrado todo el valor narrativo en el que se sostiene.

Ya finalizando la entrada, yo a gradezco de corazón a los productores, a Mendes, a Smith y a Deakins. Teniendo en cuenta la pesadilla que viví en Birdman, con la explotación del plano secuencia, esta 1917 nos ofrece exactamente el mismo planteamiento estético-narrativo y la misma duración de película pero nos da pausas; rompe la secuencia en dos o tres partes y nos deja respirar. Birdman podrá ser muy genial y todo pero es exasperante, agotadora y frívola con esa terquedad de terminar cada plano en el siguiente sin siquiera ser real y más un artilugio pesado, obtuso, aburrido sin mucho que proponer. Genio, Scorsese en Goodfellas como abre la historia y como ese agobiante ritmo termina en la relación del narrador con la forma de contar sus hechos. Aquí en 1917, la técnica se maneja como un monólogo de teatro; el POV (o punto de vista del personaje) se toma como un acompañante del monólogo que se crea en la historia pero no lo ahoga o lo asfixia. Se acaba la toma y ya. Hay otra toma -larga sí- pero no es el concurso de quién orina más lejos que se siente en Birdman.

Son muchas nominaciones las que abarca esta pieza. Yo pensaría que está más que segura en las categorías de sonido, teniendo como máxima competencia a Ford v Ferrari; en efectos especiales, no se cómo vaya a tomar La Academia lo de Netflix y The Irishman pero si hay algo de pelea aún con la distribuidora de TV por tableta diría que no tiene competencia; en maquillaje hay harta rivalidad, desde lo simple de Joker hasta lo fastuoso de Maleficient, sin embargo, creo que Judy va a tener por aquí premios de consolación que va a celar y extrañar 1917; Newman hace un gran trabajo en partitura y podría empezar a puntear la pelea aquí con Joker -su real contricante-, si no es uno es el otro y faltándome por ver The Lighthouse creo que la guerra aún es más ceñida, entre estos dos, en cuanto a cinematografía esperando, de todas formas, que Deakins y su «skyfallesque» sea otra vez dominador de la velada.

Entre los premios duros la cosa es muy personal y subjetiva. Diría que es un digno rival de Parasite y Joker y todo lo que logre de ahí en adelante es ganancia -siendo Parasite y Joker mis favoritas-. En realidad, en la temporada de premios afloran unas piezas interesantes de ver pero que no van a cambiar realmente el cine o su historia, creo fehacientemente que 1917 es tan chévere como entretenida y eso está bien. Mi favorita no es en este año.

Nota personal. Sinceramente, con todo y lo que me gusta la Futura, hasta el afiche es como aburrido.

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Bombshell

Al igual que Adam McKay (Vice, The Big Short), me encanta que Jay Roach ha venido desarollando ese lado aún más oscuro en lo sarcástico de su comedia y que tiene algo más que decir sobre el estado político de Estados Unidos. En ambos directores, además, se elige una serie de actores tan espectaculares que su imitación de los personajes principales es tan absurdamente buena que terminan siendo aclamados por sus desempeños.

Por ejemplo, Lyndon B. Johnson en All the Way caracterizado por Bryan Cranston -casi tan fielmente que nos preguntamos a veces si esas imágenes no eran de archivo-, Sarah Palin y John McCain en Game Change caracterizados por Julianne Moore y Ed Harris, respectivamente -e igual, fueron tan impresionantes las personificaciones que hasta se hicieron muy controvertidas-, y tal vez la excepción con Jay Roach y sus personajes fue Recount con todo el fenómeno de reconteo en las elecciones presidenciales para el periodo 2000-2004 donde se hizo más desarrollo de personajes por parte de los actores que una personificación per sé de sus apariencias. Con McKay, en la misma dirección pero a otro precio, el realizador tenía un largo, largo, trayecto de dirección de piezas cómicas, series y largometrajes, me atrevo a decir que por el excelente e innovador trabajo de las pelis de Jay Roach entró en un campo donde la sátira es más interesante que el sarcasmo; así la personificación de todo el reparto de The Big Short fue impresionante pero al mismo «nivel Jay-Roach» Dick Cheney en Vice caracterizado por Christian Bale dió frutos en la velada de Los Oscar -el trabajo de Amy Adams como Lynne Cheney, Steve Carrell como Donald Rumsfield o incluso la apuesta de Sam Rockwell como George W. Bush fueron de una calidad elevadísima logrando el año pasado sólo para lo que estamos tratando tres nominaciones y un Oscar a mejor maquillaje, además de ser considerada para mejor peli, director, guión y montaje-.

Lo de este año con Bombshell de Jay Roach es atrevido. Una trama dentro de la caída más dura del ala conservadora de las noticias, en pleno ascenso de Donald Trump, cuando por conducta inapropiada y acoso sexual sistemático es acusado Roger Ailes, director ejecutivo de Fox News. Un trabajo alusinante que empieza con una presentadora de noticias; por sus rasgos y las líneas de diálogo entendemos que es Megyn Kelly pero quién diablos podría descifrar que es Charlize Theron (yo la verdad me demoré una media hora y seguía incrédulo casi hasta la mitad de la peli que salió en un ambiente más familiar, sin imágenes de archivo de contexto, con la defensa más baja y “sin maquillaje” -yo no si sea capaz de ganarle a Renée Zellweger, favorita este año como mejor actriz, pero aquí nadie puede negar su gran desempeño-). El resto de las personificaciones son igualmente impresionantes. Al lado de Theron, Nicole Kidman como Gretchen Carlson, el fabuloso John Lithgow como Roger Ailes y todos y cada uno de los personajes de Allison Janney, Malcom McDowell, Connie Britton que respaldaron con creces el trabajo de sus líderes de estudio.

Me causa inquietud que así me haya visto la mayoría de piezas de Roach y McKay no haya hecho del todo sus reseñas. Creo que no termina de convencerme el formato o el regusto o la intención así alabe su hazaña. Bombshell no es diferente y a su vez deja mucho que desear. ¿Jay Roach es el informante positivista que la realidad de Estados Unidos necesita? ¿No es mejor un historiador capacitado para esta labor? Es decir, ¿No le hace más daño al hecho real que lo que se retrata sea realizado por un director argumentativo y no por un documentalista? ¿Hay algo más que rescatar que el escándalo y las buenas actuaciones? Sinceramente, entre mejor logra el retrato más se pierde el contexto y si no es por el trabajo ya resaltado de sus capitanes de actuación personalmente creo que la verdad sería mejor una serie documental en Netflix y ya. De esta forma sin lugar a dudas, caracterizaría esta pieza como de explotación y melodrama.

Sin embargo, esta trama tiene algo diferente que me logra sacar de este abismo de pesimismo por la pieza. Si uno libera de esta obra el trabajo de Theron, de Kidman y de Lithgow la esencia no es otra que Margot Robbie interpretando a Kayla Pospisil. Una chica inocente, ingenua, llena de ilusiones y ambiciosa como todas las chicas que llegaron a un punto donde el paso obligatorio era el segundo piso, la oficina de Ailes. Tal vez, este ligero ardid, esta pequeña figura literaria de Charles Randolph armando un personaje común, una heroína de mil caras -interpretada desde las entrañas por Robbie– no sólo convalida todas sus nominaciones sino que podría salvar este cartón que es Bombshell.

El siguiente trabajo de McKay es sobre Elizabeth Holmes de Theranos a quien conocemos por el excelente documental de Alex Gibney para HBO, The Inventor, y ya veo montada en ese potro a Jennifer Lawrence pero podría también estar cayendo en la misma red del retrato naturalista que al final sólo sirve para documentar el folklore de una época y no más.

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Once Upon a Time… in Hollywood

Supongo que soy considerado un nerdo en cine pero no tengo idea quiénes son o en quiénes se basó Once Upon a Time… in Hollywood. Pienso en voz alta: Nada de qué apenarse. Simplemente no es mi época. Sharon Tate. Roman Polanski. Steve McQueen. Fácil; incluso Damian Lewis personificando a McQeen es una locura, un espejismo… Igualito! Pero aunque encuentro referencias de los dos personajes principales no se quiénes eran.

En fin.
9 de agosto de 1969.
La fecha es lapidaria y al igual que Santiago Nassar, Margot Robbie es acribillada en un relámpago juego de nuestra memoria.
Pero ¿Qué tal si le seguimos el juego a Tarantino con su “y qué tal si…“? En Basterdos achicharró a Hitler en un teatro -¿que no es acaso una referencia de los 14 Fists of MlCluskey?-. Aquí algo va suceder, sabemos que va a suceder y, sin embargo, es una gran sorpresa narrativa.

La Novena Peli de Tarantino -como es promocionada- es divertidísima. Súper elegante el papel de Brad Pitt y su relación silenciosa con Pussycat, la jipi (Margaret Qualley) me parece que está llena de asociaciones atrevidas y subidísimas de tono pero con una sutileza casi erótica; -vuelvo a pensar en voz alta: se está representando una época entre los 70’s y los 80’s, después de fanfarronear con ese Porshe, casi después de los créditos (Bullitt), Tarantino trata de suavizar el paso entre las «John-Wayne movies» y las «Clint-Eastwood movies», no ¿será posible que Pitt y esta loquita, siendo una historia paralela, estén representando los últimos alientos del cine mudo en plena California, con todas sus miradas y sus gestos?

Y bueno… Mi héroe. Mi ídolo de toda mi infancia: El señor Bruce Lee, con una imitación válida de Mike Moh pero en este juego de “y qué tal si…” de Tarantino es infantilizado por Brad Pitt. Gracioso. ¿Verdadero? En absoluto. Lo digo con la voz de ese niño de siete años que confía plenamente en que su héroe es implacable, invicto, invencible y que en un arranque de soberbia sea destrozado por otro actor en una pelea, es del mismo rango de Hitler achicharrado. Uno de otros chistes del director para decirnos que esta peli es una farsa, no la tomemos en serio y divirtámonos.

Siendo parte del portafolio, es rara. Es un «western» menos aplomado o mejor mucho más ligero que The Hateful Eight o Django Unchained, donde esta vez los héroes hacen su travesía por el desierto, van a un rumbo lejano donde van a ser separados por la fuerza del destino y las consecuencias de sus actos; no son contrincantes o duelistas, son sobrevivientes del Lejano Oeste. Y entonces aparece el Tarantino carambolero (o billar) a tres-bandas. Según la teoría de planos, compara a DiCaprio con lo diva de Sharon Tate en un sólo plano fundido. Genial porque parece un chiste interno entre los dos pero de alguna forma, hay una pequeña lección en la que Sharon supera a Rick y es que reconociendo su realidad, cada persona puede ser feliz en un pequeño usufructo, no hay que dominar el mundo ni ser el mejor-más-mejor. Es ridículo. Suena muy mal porque está mal dicho aunque podríamos afirmar que también está planteado desafortunadamente. Es sobreactuado y poco probable. Entonces porqué mejor no ser feliz y disfrutar ese pequeño mundo y punto.

Hay ciertos movimientos de cámara que (1) no se dieron sino gracias a D.W. “Mothafucka” Griffith y que obvio no se manejaban completamente en los «Westerns» y (2) son tan bravos que se necesitaba de una grúa de las que aparecieron apenas hace un par de lustros, imposibles para la época. Una serie de locuras cinematográficas que hacen de la historia, un repensamiento de los hechos, para un aprendizaje. No es sólo un capricho. De alguna forma siento que, esta a diferencia de Los Basterdos, es una autocrítica de Tarantino frente al cine, a Viet-nam, las divas, el negocio, la industria, no es una mera extravagancia. Es un «western» Pitt v. DiCaprio.

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